Oh, si yo pudiera escribir un libro que se reescribiese, un libro demente que, a medida que se vaya leyendo, refiera ciertos hechos no acontecidos. El lector, tú, (“! Pero como!” ) volvería sobre las paginas dudando, y estupefacto encontraría descritos con pelos y señales lo que no recordaba haber leído, lo que nunca habría leído en realidad, y continuaría la lectura, pero ahora no podría volver a encontrarla como la dejo; sin por qué (pero ya se está escribiendo el por qué) ahora algunos personajes habrían partido de viaje, a otros les persigue un asesino. Ahora el sol se empieza a poner sin haber salido. Había unas anémonas, ahora son una mesa de cocina, y el sacerdote ha parido cuatro niños. Todo es cómico, no hay muerte, apenas parece tener unas paginas, comienza hablando de la construcción de la gran Muralla China, pero no era la Muralla, era un circo, y no era en China, eran abogados, y ya no eran abogados, ya no eran barcos, ya no era un libro, era una pantalla de ordenador, ya sin el cuello ni la cabeza del caballo.
Escribía J. M. Caballero Bonald en 1969:
DEL DIARIO DE KAFKA
Si ahora de pronto optase
por no escribir (o no pudiera) y diera
el día por perdido, posponiendo
para quién sabe cuándo, y además
qué importa, la metódica
copia de mi agresividad
contra mí mismo, ¿pensaría
como Kafka (conocido empleado
de seguros) que esa dudosa obligación
no cumplida, se me iba a convertir
de alguna burocrática manera
en la razón de una desdicha irreparable?
Deseo de ser piel roja es también un maravilloso libro de Miguel Morey que fue llevado al cine. La peli no merece, pero el libro es cojonudo.