La Batalla de San Paul

Entonces el abuelo empieza a cargar su pipa y nos pregunta:

-¿Os he contado alguna vez que asistí a la Batalla de San Paul?

-¿La Batalla de San Paul? –preguntamos nosotros.

-La batalla de San Paul. El partido entre Alemania e Irlanda para el campeonato del mundo. Lo llamaron así porque se jugó el mismo día de los apóstoles Pedro y Pablo, por eso fue. También lo llamaron el Partido del Cofre. ¿Sabéis por qué lo llamaron el Partido del Cofre?

-No.

“A ver. Yo tenía más o menos la edad que tenéis vosotros.  Y me gustaba el futbol más que nada en el mundo.  A mi padre también le gustaba el futbol. Toda la gente del pueblo era aficionada al rugby. Pero a mi padre y a mi nos gustaba el futbol. A mi padre le gustaba tanto el futbol que un día se enteró de que James Kennedy estaba de paso en  Doneraile .  Por lo visto había ido a visitar a una tía suya. Así que mi padre se puso en camino en su bicicleta e hizo las treinta millas que había hasta Doneraile , y allí pregunto por Kennedy y lo encontró en la granja de la tía, dándole de comer a las vacas. Y se acercó y le dijo; “Permítame estrechar la mano del hombre que marcó en la final de la Copa”. Y James Kennedy se la estrecho y mi padre volvió al pueblo más contento que unas pascuas. Y cuando mi padre llego ya de noche mi madre no quería dejarle entrar en la casa.  Eso fue antes de que yo naciera. Si.”

Da una larga chupada a la pipa.

“Así que a mi padre y a mi nos gustaba el futbol. Y mi padre me compro un balón de futbol en el almacén de Stroke. Un balón de los de verdad. Yo iba todos los días después de la escuela a jugar al futbol detrás de la iglesia. Iba con Donald, con Paddy Keane, con los hermanos Gilligham, con los Ford,  Jason Gavin, con el pequeño Shaun y su primo, el gran Shaun… íbamos todos. Allí. Había un descampado. Y un día un chico se subió a un poste de la luz a coger un nido y se quedo allí pegado. Yo no lo vi. Me lo contaron. Pero yo conocía al chico. McCarthy, se llamaba el chico aquel.  Le dio una descarga al chaval. Su abuelo le había comprado al mio un terreno en Courthleigh. La mujer que se caso con el zapatero es su prima, Eleanor creo que se llama, si, Eleanor McCarthy.”

-¿Por qué le llamaron el partido del cofre? –preguntamos nosotros.

-¿Qué por qué?¡ Por qué!  Yo tenía pocos años más que vosotros. Y me gustaba tanto el futbol que me metía en la cama con la pelota. Los domingos me sentaba con mi padre a escuchar los partidos en la radio. Y mi ídolo era Ennis Scrahane.  Creo que a ningún chico de entonces en toda Irlanda le gustaba Scrahane como a mi. Farrelly, Doyle,  Barrett, esos si… Hasta Kelly, si me apuras. Pero ¿Scrahane? No señor. Pero para mi Scrahane era el mejor. Un pelirrojo larguirucho más flaco que un fideo. Era rápido como una lagartija, pero que me maten si ha habido alguna vez un jugador con un porte más contrahecho que Ennis Scrahane. Porque había tenido poliomielitis de crio, por eso. Y corría como si todavía llevase los hierros aquellos puestos, si señor. Y además os juro que tenia los pies más grandes que han pisado el verde. La gente decía que era el único jugador que era capaz de sacar un corner con la puntera y rematarlo con el talón. Pero era una exageración; Ennis Scrahane no hubiese rematado un balón con el talón ni aunque se lo hubiesen atado a un palo y le hubiesen dado una semana para hacerlo. Porque era muy torpe. Por eso. Cuando entraba en el área se le fundían los plomos, el balón se le escurría entre los pies, daba patadas al aire, la pelota se le quedaba muerta como si fuese de plomo. Era un desastre. Pero en el centro del campo regateaba a todo el mundo con más facilidad que si les diese los buenos días. Los contrarios ya ni siquiera intentaban quitarle la pelota. Decían que era  mas fácil quitarle una uña del pie que el balón, eso se decía. Así que sencillamente se esperaban a que se metiera en el área y la perdiera el solo. Así era Ennis Scrahane. O al menos eso se decía, porque yo no lo había visto en mi vida”.

-¿Cómo que no lo vistes? ¿No decías que era tu ídolo?

-¿Qué estas diciendo? –dice el abuelo. –Pues claro que lo vi. ¿No te he dicho que fui al partido? ¡La batalla de San Paul! ¡El partido entre Irlanda y Alemania! ¿De que os estoy hablando?

-Ah,  -decimos nosotros. -Allí estaba Scrahane.

El abuelo nos mira como a dos lelos.

-Pues claro.

“Pues entonces hicieron una clasificación para la copa del mundo. Y los irlandeses jugamos tres partidos y los perdimos los tres. La gente no le prestaba mucha atención a esas cosas, esa es la verdad. Pero yo si. Y estaba triste y quería ser jugador de futbol para de mayor jugar en la selección irlandesa y dejar en buen lugar a mi país. Eso es lo que mas quería.  Bueno, pero luego mi primo Tom se fue a Cork y empezó a trabajar en una imprenta. Y me dijo que si quería había trabajo para mí.  Tom se caso con una chica de Waterford que tenia seis dedos. Seis. En esta mano.  Todos pensábamos que tendría hijos con seis dedos y le dijimos que se lo pensase. Pero Tom no nos hizo caso y se caso con la chica a espaldas de sus padres, que no se enteraron de que tenían una nuera con seis dedos hasta el mismo día de la boda.  A la madre casi le da un patatús. Recuerdo que fui a la casa de la chica por la mañana y me la encontré vestida de novia, llorando. Y os juro que no había visto una novia así de bonita en toda mi vida. Hasta un guantecito blanco de seis dedos  se había hecho. “Ay, Liz, ¿Qué te pasa? “, le preguntó: entonces me dijo que mi tía Margaret le había suplicado que no se casase con mi primo Tom.  Y que no pensaba hacerlo contra la voluntad de los padres de él. Entonces vuestra abuela, que ya sabéis el carácter que tiene, le dijo a Liz que no se preocupase, que ella lo iba a arreglar todo. Y hablo un rato a solas con ella y luego salió y se fue para mi y me dijo: “Ve para la casa de Tom y dile a los padres de Tom que si es por el dedo que no hay problema, que la Liz ha dicho que se lo va a cortar:” “Que diablos dices, le dije yo. Pero ella me lo repitió. “Tu haz lo que te digo; Ve para la casa de Tom y dile a los padres de Tom que si es por el dedo que no hay problema, que la Liz ha dicho que se lo va a cortar.” Así que allí fui yo refunfuñando. Y se lo dije a los padres de Tom. Y Tom se puso como una fiera y los padres dieron su brazo a torcer, porque vieron que la chica era de buen corazón. Esa misma tarde se casaron.  Luego vuestra abuela me dijo que había ido a una funeraria, a tratar de conseguir un dedo de un cadáver, por si había que presionar aun más a los padres. Así mismo me lo contó.  A la abuela no le parecía mal profanar un cadáver para que se casara esa chica. Eso pasó…”

“Así que lo que paso es que jugaron Bélgica y Hungría. Y al acabar el partido se liaron a tortas los belgas y los húngaros. Y decidieron darles un escarmiento y le quitaron cuatro puntos a cada uno. Así fue. A mi me lo dijo el sacerdote. Me dijo; ¿Te has enterado? Volvemos a tener posibilidades de ir a la copa del mundo, alabado sea dios.  Y yo vi el cielo abierto.  Solo necesitábamos dos puntos para clasificarnos. Y solo quedaba un partido. Pero era contra Alemania, el día de San Paul.  Por entonces Alemania era uno de los mejores equipos del mundo. Bueno, a esos malditos alemanes siempre se les ha dado bien. Jugaban Uwe Seeler, y Paul Janes, y Morlock, y Edmund Conen.  Jugadores buenos de verdad. Así que nadie apostaba un penique por nosotros. Todo el mundo pensaba; Bueno, que vengan esos alemanes y nos den una paliza y en paz.”

“Yo ni soñaba con ver ese partido. No había visto un partido con jugadores de verdad en mi vida. Pero una tarde llego Brendan Folan, que trabajaba en el aserradero. Y este Brendan Folan no era muy amigo de mi padre, la verdad, pero era de las pocas personas del pueblo a las que les gustaba el futbol. Y Brendan Folan se acercó un dia a mi padre en el pub y le dijo que tenía que hablar con él. ¿De que se trata, Brendan? Dijo mi padre, Aquí no, aquí no. Y se lo llevo aparte. ¿Y que creéis que le dijo? Lo que le dijo Brendan Folan a mi padre fue que la noche de antes se había quedado dormido y había tenido un sueño, había soñado que Irlanda le ganaba a Alemania en  Landsdowne Road  y que íbamos a la copa del mundo. ¿Qué diablos dices, Brendan? Le dijo mi padre. Brendan dijo; lo que te estoy contando, tan claro lo vi como a ti mismo te estoy viendo, eso es.  Asi que mi padre se quedo intranquilo. Y le estuvo dando vueltas al tema hasta que se acordó que mi tío abuelo Seamus vivía en Dublin, y que probablemente moriría antes de que pudiésemos hacerle una visita, y así convenció a mi madre, diciendo que el y yo íbamos a ver al tío abuelo Seamus.  Eso fue lo que hizo”

“Pero a mi mi padre no me dijo nada. Me dijo solo; vamos a Dublin, a ver al tío abuelo Seamus. Nos cogimos el tren y nos fuimos a ver al tío abuelo, que estaba tan sordo como una tapia y bastante chocho y ya ni nos reconocía, o eso me parecía a mí. Y en cuanto salimos de la casa del tío abuelo Seamus mi padre me dijo;  ahora vamos a Parnell  Square. Y estuvimos esperando allí apoyados en un árbol yo que se cuanto tiempo, sin que mi padre me quisiese decir que esperábamos, hasta que por fin mi padre se puso en pie y se va para un tipo y quien es sino Brendan Folan. Que había ido a comprar las entradas. Entonces mi padre me dijo que al día siguiente íbamos a ir los tres al partido, porque me dijo que Brendan Folan había soñado que Irlanda ganaba. No os podéis imaginar como me sentía yo. Fue la mayor sorpresa de mi vida”.

“Yo por la noche imaginaos que no podía dormir. Estábamos en una pensión de la calle O´Connell , no se me olvidará en la vida, y no pegue ojo en toda la noche de la emoción. Yo quería dormirme para soñar que Irlanda marcaba goles, pero no logre echar ni una cabezada. Nada.  Ni lo mas mínimo. Y al día siguiente me levante y fuimos a misa y pedí a Dios con toda mi fe que ganase Irlanda, y al salir de misa le dije a mi padre si no podríamos ir unas horas antes al estadio  a intentar ver a los jugadores antes de que comenzara el partido. Mi padre se lo pensó y hablo con alguien y se enteró de que a mediodía los jugadores tenían costumbre de ir a un pub cerca de Lansdowne Road . Así que allí nos fuimos el y yo”.

“Cuando llegamos vimos a un grupo como de veinte o veinticinco personas. Estaban charlando y bebiendo sus pintas. Entonces lo vi; yo no lo había visto nunca, pero estaba claro que era Ennis Scrahane, con su pelo rojo y mas largo que un día sin pan. Mi padre me dijo; anda, ve y dile algo. Pero de pronto yo me moría de vergüenza, y le dije a mi padre; vámonos, vámonos.  No se por qué me dio tanta vergüenza. El caso es que mi padre no me dejo ir, sino que me agarro del hombro y me empujo hasta él y le dijo que yo quería conocerle y estrecharle la mano. Y eso hice yo: y entonces  no tengo ni idea por qué se me ocurrió decirle en voz alta; “Señor Scrahane, acabo de tener una visión y estoy seguro de que usted va a marcar contra Alemania”. ¡Así mismo se lo dije, eso es!  Todos se rieron y mi padre me saco de allí. Me pregunto; ¿Por qué demonios has dicho eso? Y yo le dije que no tenia ni idea. Fue como si alguien dentro de mí hubiese hablado. Así mismo fue. Como os lo cuento.”

“Así que esa misma tarde fuimos al partido mi padre y Brendan y yo. Y no había visto tanta gente junta en mi vida. Mareas de personas saliendo de la estación de tren y entrando al estadio.  Yo estaba fascinado del gentío y del ruido y de como cantaba la grada. Empezaron a cantar media hora antes del encuentro y ni siquiera dejaron de cantar cuando Alemania metió el primer gol. Y estábamos cantando cuando de pronto zas, metieron otro gol de falta. No habían pasado ni quince minutos y ya íbamos dos a cero. Todo el ambiente empezó a venirse abajo.  Entonces pitaron un penalti y el portero irlandés lo detuvo, y nos reanimamos un rato. Pero el acoso de los alemanes era constante. Todo el mundo pensaba que era cuestión de tiempo que nos metiesen otros dos o tres más.  Pero claro, Scrahane no jugaba. El entrenador no lo había puesto. Así que llegamos al descanso con dos a cero, y el estadio mas serio que un funeral, y yo diciéndome para mi; que saquen a Scrahane, que saquen a Scrahane. Y mira por donde, en el segundo tiempo el entrenador lo sacó, no se si porque hubo un lesionado o algo. El  caso es que en el primer balón que toca se va de un alemán, se va de dos, encara la banda corriendo como un galgo y centra y logra un córner. Y el estadio ruge y entonces mi padre le dijo a Brendan Folan: “Brendan, que me aspen si ese tipo de allí no es  Aidan Donegan. ¿Quién? Dijo Folan. Aquel de allí, dijo mi padre,  señalando a un tipo a unos diez asientos de nosotros. No puede ser, Jack, dijo Folan, porque Donegan murió hace por lo menos tres años, acuérdate de que los dos estuvimos en su entierro.  Que es Donegan, insistió mi padre, o si no lo es entonces es su maldito hermano gemelo.  Y Folan dijo; que no. Y mi padre; que si. Y estuvieron discutiendo hasta que mi padre se levanto y fue al asiento del tipo y habló con el y cuando volvió Folan le pregunto; ¿Qué?, y mi padre contesto; no es, pero se parece”.

El abuelo se recuesta y da una larga calada a su pipa. Y al cabo de un rato repite;

-No era, pero se parecía.

Y se nos queda mirando.  Entonces mi hermano y yo le decimos:

-¿Y el córner?

-¿Qué córner? –dice el abuelo.

-El córner que consiguió Scrahane nada mas salir. El córner contra Alemania. ¿Tiraron el córner?

-Pues claro que lo tiraron. –dice el abuelo. –¿Que os pensáis? ¿Qué están allí todavía esperando?

Yo y mi hermano preguntamos.

-¿Como que lo tiraron? ¿Y ya está?  ¿No metieron gol?

-No.  No metieron ningún gol.

-Pero entonces ¿cuando marcaron? ¿Cómo fue la remontada?

-¿De que estáis hablando? –dice el abuelo. -¿Qué remontada?

-La remontada de Irlanda, -dice mi hermano. –La Batalla de San Paul. Nos estabas hablando de eso. ¿Recuerdas?.

-¿De que remontada habláis? No hubo ninguna remontada. Alemania gano cuatro a cero. Yo estuve en ese partido y no hubo ninguna remontada. ¿Es que no os he dicho que estuve allí? ¿No me estáis escuchando?

-¿Cómo que Alemania gano?

-Si. Alemania gano cuatro a cero. Tenían unos jugadores tremendos. Morlock. Y  Seeler. El mejor de todos, el Seeler ese…

-Pero espera, espera … -decimos nosotros. -¿Cómo que Alemania gano? ¿No remonto Irlanda cuando parecía todo perdido? ¿No marco Scrahane?

-¿Quién diablos os ha metido eso en la cabeza?  –dice el abuelo. –Nada de eso paso. ¡Os estoy diciendo que yo estaba allí!

-¡Pero Brendan Folan soño que Irlanda ganaba!. –protestamos casi al unísono.  –¡Y tu le dijiste a Scrahane que iba a marcar!

-Si, mira tú. –dice el abuelo, circunspecto. –parece que nos equivocamos.

Y se pone a fumar en su pipa.

Luego nos mira y al ver nuestra cara de ira pone un gesto de incomprensión, como si preguntase; ¿Qué os pasa? ¿Qué os he hecho yo?

Nos levantamos, indignados, y nos vamos arriba, a seguir jugando con la videoconsola.  Entonces es el abuelo el que se pone furioso, como pasa cada vez que no comprende algo.  “Estos chicos”, grita, “¡Alguien les mete ideas en la cabeza! ¿En que demonios piensan?”. Desde la ventana de nuestro cuarto lo vemos dar vueltas en el jardín, enfadado hasta el punto de que le da un puntapié al viejo balón con tan mala puntería que se carga uno de los gnomos preferidos de la abuela.